“El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar”.(Martín Luther King)
El vivir gran parte de nuestra vida llenos de resentimientos y de juicios, baja nuestro sistema inmunológico porque nos llena de culpa… en el fondo de nuestro Ser una pequeña luz brilla, recordándonos nuestra verdadera naturaleza divina.
Vivir en la crítica tanto de nosotros mismos como de otros, deja un camino de conflictos internos, viviendo en lo que parece ser una pesadilla… al final todos nos hemos mantenido soñando y si bien es cierto que para salir de allí necesitamos redireccionar el sueño, haciendo que surja una palabra que reconozco no es aún bien entendida… el perdón.
Desde mi punto de vista el perdón es un proceso de des-hacer el pensamiento erróneo, de soltar los juicios y de transformar nuestra percepción, reconociendo la perfección en cada circunstancia y en cada ser que habita este planeta. Obviamente no es nada sencillo, porque al reconocer la inocencia del otro es ya imposible el jugar a la victima.
Cuando nos atascamos en resentimientos, establecemos un vínculo que nos mantiene unido a otra persona y que impide el flujo natural del amor, dejamos nuestra energía en la otra persona… se establece un vínculo profundo por donde perdemos energía vital, permitiendo que el dolor, el trauma y el sufrimiento se haga presente y como todo en la vida es cuestión de elección, se puede abrir la puerta al perdón y elegir accionar en función del amor.
Perdonar no es más que percibir nuestra inocencia y la del otro, es un poco darnos cuenta que no hay nada que perdonar… es reflexionar que la vida no es más que un constante aprendizaje y que no existe ninguna experiencia buena, ni mala. Simplemente nos estamos re experimentando y creamos las situaciones que nos permiten avanzar, la idea es ir colocando todo en perspectiva donde reciba suficiente luz.
El ver cada experiencia de nuestra vida como una oportunidad para amar de mejor manera, coloca luz en situaciones dolorosas… el reconocer que el mantenerme herido y lleno de rencor, daña tanto mi cuerpo físico, como mi mente, seamos más sensibles a la esencia del otro, afinemos nuestros sentidos y veamos su corazón… es un gran alivio el observar a mi hermano o mi mismo puros e inocentes como niños, cuando “siento o percibo erróneamente” que el otro “me ataca o me hiere”, lo transformo en mi interior inmediatamente en un niño amoroso y busco la luz saliendo de su corazón, algunas veces se me hace más sencillo que otras, pero nada más tener el deseo de hacerlo es una hermosa experiencia.
El perdonar en oportunidades nos coloca en una posición superior, al ser tan magnánimo para hacerlo… he descubierto que no es más que una palabra que implica reconocer la naturaleza divina en cada situación y no es más que otro sueño más de esta absurda realidad que llamamos vida, el día que día que dejemos que el amor llene todo nuestro ser y todas las circunstancias, llamaremos a Dios en cada uno de nuestros actos y no usaremos cadenas de fuego para anclarnos a los otros, porque despertaremos de la pesadilla de ser heridos y ofendidos. Y obviamente no lo hacemos por el otro, al final lo más beneficiados somos nosotros mismos, al ir ligeros de equipaje, reconociendo el verdadero significado de la libertad
Con amor…Luz
1 comentario:
Gracias por su artículo, es magnífo. Tan cierto y real, como la vida misma. En el perdón a uno mismo, al otro... es perdonar a la humanidad porque somos seres divinos en experiencias humanas.
Saludos
http://coachsalud.blogspot.com.es/
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