19 de febrero de 2011

Una mente serena

Me sorprende mucho el que hoy día se  vea a la mente como nuestra enemiga, causante de todos nuestros males y pesares…cuando en realidad no es más que nuestra aliada en nuestras creaciones, está sujeta a nuestra voluntad; aunque claro es más fácil seguir buscando a quien culpabilizar y como ahora andamos en el “camino espiritual” ya no podemos achacar la culpa a otros, y allí surge la sombra de la mente como una excusa más para seguir siendo la victima. Pero ¿Bajo el servicio de quién se encuentra tu mente? ¿Eres tú el pensador?

Buscamos continuas maneras de aquietar la mente (meditación, oración, mantras, mudras y un sin fin de nuevas técnicas) y no dudo que de alguna manera nos ayuden a sentir algo de paz;  a mi personalmente me fascina tanto meditar como orar… sin embargo no lo uso para aquietar mi mente, por el contrario voy a ello desde la serenidad de mi mente, cuando emerge alguna sensación en mi experiencia recurro desde esa paz a ir al centro de mi sol interior.

La mayor guerra la vivimos interiormente… e insistimos en estabilizar, aquietar, acallar la mente, dejarla en reposo, pero ¿acaso eso es vida?, ¿dónde queda aquello de que la vida es movimiento?. La idea no es tener una mente reprimida, por el contrario es dejar que vuele dirigida por nuestra voluntad y es justo ello los que nos martiriza porque es más fácil evadir nuestra responsabilidad.

Recuerdo que en un momento de mi vida pase por ello, constantemente procuraba domar los caballos de mi mente, un buen día empecé a comprender ciertos principios universales y de pronto la lucha interior ha ido desaparareciendo… ahora he aprendido a respetarme más porque comprendo lo que me ocurre, reconozco mis circunstancias y desde allí es fácil serenarme, porque me pongo en contacto con la única verdad posible… mi divinidad.

Sólo colocando luz  de amor en nuestro corazón se puede llegar a la comprensión de La Verdad y al comprenderlo la serenidad o la verdadera quietud de mente llega y esta para nada implica represión… por el contrario ya mi mente dirigida por una voluntad elevada va fluyendo libremente por el puente de luz que se abre ante la fuerza de la verdad del amor de mi Dios interno.

Y la voluntad que digo no está dirigida por ningún deseo por el contrario, es una conexión con la vida es un movimiento desde la quietud de mi esencia por reconocer lo que soy en realidad y no intentar ser algo diferente.

La comprensión deriva de una quietud de mente, entonces el camino más seguro para llegar a nuestra serenidad interior es ir caminando a  nuestro interior sin juicios, ya no es necesario retirarme de la  vida  activa, debido a que  la serenidad de la mente llega tan sólo cuando no hay proceso de aislamiento, y sí completa comprensión de todo el proceso de la vida de relación.  El mantener nuestra mente en una continua acumulación (recuerdos, viejas heridas, represión de movimiento) nos sumerge en  una  neurosis por falta  de un contacto real con nosotros mismos, buscando aquietar algo que tiene por naturaleza el movimiento.

Cuando nuestros pensamiento se silencian paradójicamente es cuando nuestra mente está más activa, la única diferencia es que desaparece la proyección de pensamiento, debido a que los recuerdos grabados en nuestra memoria empiezan a desaparecer y solo en esa serenidad descubrimos la paz de Dios.

Con amor… Luz


2 comentarios:

Antonio dijo...

Probablemente uno de los temores más grandes que experimentamos es enfrentarnos a la soledad. La soledad nos conduce a convivir de una manera más estrecha con nosotros mismos, a darnos cuenta de los pensamientos que cruzan por nuestra mente y si recordamos que lo que pienso es lo que expreso y actúo, es entonces que controlando nuestros pensamientos podemos lograr grandes cambios en nosotros. Para ello me llama la atención la frase "nuestra voluntad". Dios nos dió la facultad del libre albedrío, es a partir de ahí que debemos reconocer la necesidad de llenarnos de buenos valores y principios, aquellos que nos enseñó Cristo fundados en el amor, para que "nuestra volundad" sea aquella que fluye con el Universo, con Dios. Si nuestra vida se basa en esto, entonces ya no hay soledad, ya no hay temor de ver lo que hay en mi mente y con confianza puedo recurrir a mi interior y ejercer mi libre voluntad, sabiendo que ésta será para el bien de todos. Confío en Dios y Dios vive en mi, ahora que mi mente no me distrae estoy dispuesto a escucharlo.

Luz Rodríguez dijo...

Que bien, me alegra mucho leer ese comentario sobre todo por el nuevo proceso de re adaptación que estas viviendo en estos momentos.

Y obviamente cuando sincronizamos nuestra voluntad con la de Dios, pues simplemente fluimos y empiezan a ocurrir los milagros y para ello sólo es necesario observar esos pensamientos que vienen, sin intentar reprimir, por el contrario es más bien confiar en nuestra divinidad!!

Con amor...Luz