Cada
circunstancia de vida trae el regalo de un nuevo aprendizaje, en ocasiones se
hace más difícil atesorarla... sobre todo cuando sientes una especie de agujero
en el pecho por donde sientes un frío que te hiela el alma. En donde te
encuentras de nuevo con tus viejos dragones y puede que te encuentres con la
cabeza del dragón o con la cola...En esos momentos es cuando se debe poner
en practica el observar, sin realizar juicio alguno, para comprender los
problemas de la vida... mantenerse en su centro. Porque en esos instantes es
donde se logra experimentar el amor en “la nada”.... ese que se percibe cuando
se comprende nuestra verdadera naturaleza, sin intentar modificar...sólo ese
acto conlleva a una profunda fe.
Aunque en un
momento no se pueda comprender el por qué nos encontramos en una situación
determinada, es importante no
victimizarse... es más bien asumir con plena consciencia la situación,
confiando en que en la medida que se comprenda... se percibirá el regalo que
trae oculto. Muchos de los que inician una búsqueda espiritual se auto
flagelan buscando las causas que originan un conflicto en su vida, en la
mayoría de las ocasiones de nada funciona el preguntarse o el intentar buscar
posibles fallas tanto propias como ajenas, cuando simplemente puede ser un
espejismo final antes de llegar al oasis, puede ser la pieza que falte para
completar el puzle de nuestra consciencia.
El proceso de comprender lo que nos trae
la vida, requiere fe tanto en Dios como en nosotros y deriva de una consciencia
de nuestro valor personal. Sólo
comprendiendo el regalo de la experiencia, sin resistirnos encontramos la
alegría del día a día, para ello es
necesario que el conflicto de la dualidad desaparezca...dejando a nuestra
mente libre de condicionamientos.
Creemos
falsamente que nuestra mente está agitada porque se presentan algunos
problemas; y para evitarlos, se coloca todo el esfuerzo en serenar la
mente. Pero es la mente la que ha proyectado esos problemas, y no hay problemas
fuera de la mente; y mientras la mente proyecte, jamás podrá estar serena. Cuando la mente, comprende que sólo
estando serena existe la comprensión, entonces ella se aquieta. Esa quietud
no es impuesta...ni es resultado de la disciplina; es una quietud que una mente
agitada no puede comprender, porque sólo existe en el centro de nuestro Ser…
cuando reconocemos lo que somos realmente.
Con amor...Luz
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