“Resulta extraño que pongamos tanto empeño en las cosas exteriores y no nos preocupemos de las interiores. Hago un notable esfuerzo por mantenerme físicamente sano. ¿Pongo el mismo empeño en conocer mi alma?” (Mahatma Gandhi)
Me llama poderosamente la atención los deseos de cambios que se están produciendo en la sociedad y las movilizaciones que se realizan en función a ello, es muy paradójico porque obviamente el ser humano de hoy día está un poco más consciente de las consecuencias que tiene el estar implicado en todo lo que sucede a nuestro alrededor. Sin embargo aún me sigo preguntando ¿cuántos de aquellos que van a marchas multitudinarias realmente participan en su comunidad activamente? ¿Cuántos de los que quieren un cambio accionan transformando su entorno con pequeños actos diarios? ¿Cuántos de ellos son incorruptibles?
Las verdaderas acciones de calles se realizan desde nuestro hogar, haciendo de nuestra familia un ejemplo de ciudadanía, de respeto, de tolerancia y de honestidad. De lo contrario no seremos más que unos farsantes que seguimos esperando que el cambio venga de afuera, “que cambie el sistema para que la sociedad cambie”. Desde mi punto de vista tiene que cambiar el individuo para que la sociedad y el sistema se vean movidos. Lo que sucede actualmente no es más que el medidor de lo que pasa en la psiquis individual, tristemente colocamos los pilares de nuestra vida en valores perecederos entre ellos el dinero, la belleza, el poder. Y en nuestra incoherencia es más fácil colocar la responsabilidad en nuestros líderes, cuando somos nosotros mismos por unas simples promesas los que le otorgamos el poder.
Es increíble como la inacción nos domina y vamos a marchas de calle exigiendo “al sistema” que permita mayor participación, más somos indiferentes ante la necesidades de los más cercanos, hablamos de corrupción en altos niveles pero somos incapaces de dar todo lo mejor en nuestros trabajos donde nos pagan por ello, somos desleales con nuestras parejas con la infidelidad. Jugamos a una doble moral, que no es más que la simple evasión de nuestras propias pautas, culpando a un “sistema” de que la sociedad sea la consecuencia de su “mal proceder” y esto no es más que vivir un sueño infantil de que un sistema se mantiene por sí mismo, el mismo día que se asuma que nuestro poder interno se expresa en el exterior de la manera que sea, ese día ocurrirá el milagro de que se encienda nuestra chispa interna que permitirá que se empiece a transformar este mundo en el que vivimos.
En realidad no son los políticos, los lideres económicos, ni los otros los responsables… soy yo mismo, si mantengo mi atención en lo que hago cada día, si reflexionamos concienzudamente y participamos más pero no en actos de calle, sino en el anonimato de las amistades, de nuestro trabajo, familia, en todos los círculos donde habitualmente nos relacionamos. Si luego de que una persona esté en nuestra presencia logra sentir un poco más de paz, un poco más de consciencia, un poco más de interiorización… entonces y sólo entonces estaremos sembrando la semilla “del cambio”, el renacer de una sociedad que denote la consciencia colectiva de amor, de libertad y de igualdad que nos merecemos. Pero para ello es necesario accionar en función del compromiso y responsabilidad individual.
La verdadera revolución debe ocurrir en nuestro corazón, entendiendo que no estamos aislados de un sistema, que nosotros mismos somos ese sistema y que una sola persona puede hacer la diferencia. Y si lo dudamos observemos la lucha interna que realizaron grandes personalidades de la historia y fueron tan importantes que aun después de muertos sus acciones nos siguen dando pautas de cambio. Permite que la voz de tus acciones en tu diario vivir grite alto tus deseos de cambio, participa activamente en tu comunidad con lo que sepas hacer, da amor a otros, procura unir en lugar de desunir, mostrando integridad en tu trabajo y caminando la segunda milla si es necesario, consume menos y produce más, nutre la tierra con tu amor y tu luz individual para que esta resplandezca como el gran sol que es… el Universo está en nuestras manos y tanto tú como yo somos responsable de él.
Con amor…Luz
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