Existe un momento en una relación de pareja donde el miedo se hace presente, porque se hacen presentes las memorias de nuestras historias pasadas o las historias de desamor vividas por otros. Este miedo tiende a paralizarnos o en ocasiones crea una barrera emocional entre nosotros y la pareja. Interiormente nos decimos “doy pero con cautela” y esto no es más que el principio del final, porque para amar es preciso entregarlo todo, darse sin medida y sin temor confiando en la vida en el amor, en el otro y en Dios.
Parece mentira que la mayoría de nosotros desconocemos por completo el verdadero significado del amor, ese que da todo sin pedir nada cambio más que el simple placer de amar. Para ello es necesario liberarnos del miedo, sin pensar en las heridas que nos hicimos en el pasado, es lanzarse al vacío y dar todo lo mejor que se pueda cada día, sin importar si es retribuido o no. A muchos puede que eso le escandalice pero el darse no implica sacrificio, no es más que mostrar nuestra verdadera naturaleza de bondad y caridad por el otro y esto surge de un deseo genuino de ser feliz y compartir nuestra propia felicidad con el otro, sólo a partir de allí ocurre el milagro del amor, porque elegimos que así sea y accionamos en función de ello.
Del amor he experimentado que solo en la practica se puede sentir de lo contrario jamás lo experimentaremos, gran parte de mi vida viví sin entregarme por miedo a sufrir, a ser herida o porque tenía la falsa creencia de “que cuanto más daba esto no se valoraba, porque proporcionaba demasiada seguridad en el otro”. Esos pensamientos no son más que ilusiones de lo hemos creído del amor, si bien es cierto la reciprocidad es un acto de comunión hermoso, también es cierto que si me mantengo en una relación lo mejor que puedo hacer por mi misma, es darme en todo lo que soy, que no quede nada, porque así al final de mi vida podré decir “he amado” por supuesto que es hermoso también decir que también “me amaron”, mas la misma vida en su perfecta armonía devolverá el regalo que doy, en experiencia y sabiduría.
Ir sin temor con la valentía que inspira la misma fuerza del amor, en lo único que hay que ser precavidos es en tratar al otro con dulzura, sigilosamente caminar con los pasos del tacto por su corazón. Implicándose en cuerpo y alma porque cuando no lo hacemos a quien le hacemos más daño es a nosotros mismos porque con el tiempo nuestro corazón se va volviendo gélido que impide que el fuego del amor sea capaz de correr por nuestro cuerpo y con ello nos desconectamos por completo de lo maravilloso de la vida.
A través de las experiencias he logrado descubrir que a partir de ahora quiero amar intensamente hasta el último día de mi vida, con una sonrisa porque tengo plena confianza en mí y en Dios que enciende mi corazón con su llama incandescente de luz y amor por mi.
Con amor…Luz
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