“La soberbia no
es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está
sano”
(San Agustín)
El creerse
superior a los demás es lo que impide que sigamos avanzando y perpetua la
sensación de separación, hoy día está muy en voga la “nueva era” y “los
maestros” y la espiritualidad en general. Si bien es cierto que existe un
deseo sincero por parte de todos de hacer las cosas bien, llega un momento que
entre tanto conocimiento nos perdemos de lo esencial, cediendo ante las
redes de la soberbia en la espiritualidad.
La soberbia
espiritual deriva de considerar que ya se ha alcanzado un gran nivel, producto
del conocimiento, es considerarse completamente lleno y sentir que ya no se
requiere más, que ahora sólo se quiere enseñar a otro, a los cuales se
percibe y se juzga como inferiores o diferentes a nosotros. Si bien es
cierto que toda practica en el área espiritual requiere cierto compromiso,
también es cierto que pocos realmente pueden ver el corazón de otros y sus
intenciones, por lo tanto juzgamos según nuestra percepción errada no desde la
realidad del otro.
La verdadera
espiritualidad implica inclusión y amor por todos, por lo tanto ninguna persona
es más espiritual que otra porque pertenezca o no a una disciplina. Más bien
cada quien sigue un camino y procura hacerlo lo mejor que sabe y cada uno de
sus actos no son más que las consecuencia de su sistema de pensamiento.
La soberbia
espiritual es una de las mayores trampas del ego, porque nos sitúa en un lugar
superior y nos desvía de nuestra esencia porque nos aleja del amor, porque este
incluye a todos y en ningún momento deja a nadie afuera. Desde el mismo momento
que nos situamos en un nivel superior, nos colocamos una máscara y colgamos un
gran candado sobre nuestro sistema de creencias, imposibilitando el ser capaces
de agradecer las perlas de sabiduría de los que se cruzan en nuestro camino,
por la falsa creencia de pensar que ya sabemos todos y que esa sabiduría es la
correcta.
Se siente tanto
apego a las creencias que nos volvemos fanáticos de ellas, cerrando nuestra
mente porque está llena, no dejando espacio para el vacío existencial de
“la nada” y la paz que conlleva. La soberbia nos lleva a no saber reconocer
nuestros errores, dejando de exigirnos a nosotros mismos por considerarse
perfectos y por otra parte midiendo a los demás con un juicio discriminatorio y
altivo. A la larga no hay mayor ego que el del “maestro”, porque se tienen
todos los rincones de la mente llenos de la telaraña de las creencias
arraigadas. Mantén una mente fluida, dejando espacio para la humildad y para el
vacío, recordemos que en la Nada se abre un espacio para la manifestación del
Ser.
Con amor…Luz
3 comentarios:
y que opina el ser que hay detras del personaje luz rodriguez, acerca de las mascaras y las trampas de la mente?
Gracias por tu interés, el Ser que hay detrás del personaje opina exactamente igual, es probable que sea una mascara de la mente en ningún momento lo pongo en duda, simplemente voy fluyendo con la vida.
Con amor...Luz
Mientras uno se sorprende de lo que conoce, ganas dan de querer comunicar lo que se aprende y ahí se enciende la chispa de la soberbia. Es difícil liberarse de ella. ¿Puedes escuchar con sorpresa, amor y en silencio, cualquier distinta opinión de los demás sobre un tema que supuestamente conoces a la perfección y sabes la verdad en ella?
Si te sientes incómodo y deseas responder, entonces la soberbia debe ser trabajada en tí.
Saludos
J.
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