En
nuestro transito por esta vida se requiere desarrollar tres aspectos básicos:
el corazón, la mente y la voluntad. En ocasiones parece que estos caminos se
contradicen entre sí o bien si se desarrolla un aspectos se descuida otro, es
importante comprender sus características individuales para luego integrarlas
procurando equilibrar nuestro estado interno.
El
aspecto del corazón viene enmarcado en nuestra intuición y autoconfianza,
la conexión que existe entre nuestros
aspectos externos e internos se perciben con la voz del corazón. Aquellos
aspectos que hablan de nuestros sentimientos y nuestra empatía para con los
demás. Siempre hablo de “sanar las heridas del corazón”, porque a lo largo de
nuestra existencia se va produciendo dolor, debido a que no se tiene del todo
claro la utilidad de los sentimientos y las emociones. En el afán de poseer y
de atacar porque nos consideramos amenazados, se empieza una carrera de luchas,
temores y sufrimientos que no hace más que alejarnos del amor natural que surge
del interior. La única manera de ir desarrollando el aspecto del corazón es
escuchando esa voz llena de sabiduría que surge con cada latido, que dicta
principios y nos guía amorosamente a nuestra esencia.
En
el intento de la sociedad actual por llevarnos hacia la espiritualidad se
tiende a ver a la mente como una amenaza, la enemiga que hay que vencer. Sin
embargo dejamos de valorar que el desarrollo tecnológico que existe en estos
momentos se debe al prodigio de la mente. Cuando nuestra mente escucha la
intuición y la sabiduría que viene del corazón equilibrado, entonces se logra
filtrar a través de nuestro cerebro las creencias y valores que son importantes
para nuestro desarrollo personal. Es importante resaltar que nuestra mente no
está dirigida solo por una parte lógica, cabe recordar el enfoque del “cerebro
triuno”. El aprender a desarrollar nuestro cerebro en su totalidad es un reto
que vale la pena intentar si se quiere establecer los pilares para una
humanidad diferente.
Cuando
se presta atención a la intuición y se permite que las señales basadas en
principios generen movimiento interior se acude al tercer aspecto de la
trinidad del alma que no es más que la voluntad, definiendo con ella a la
fuerza, al coraje y la valentía que se requiere para accionar. Una vez que se
forma la burbuja en nuestro interior de “emanaciones de pensamientos bañados
del aura del amor” (producto del matrimonio sagrado de nuestro corazón con
nuestra mente), entonces se acude al motor de la voluntad para accionar en
función no solo de nuestro desarrollo sino de toda la humanidad por la espiral
de la eternidad.
Con
amor…Luz
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